Sobre cómo convertir el cambio en nuestro aliado
Si rememoras momentos de dificultad y dolor en tu vida, probablemente encontrarás que coincidieron con una pérdida. Tal vez salud, afecto, un ser querido, dinero, la confianza en alguien, una oportunidad, una ilusión.
Sabemos que todo cambia, sin embargo, hay una parte en nosotros que se aferra a la idea de que ciertas cosas puedan durar eternamente. Hay una discrepancia entre cómo son las cosas y cómo quisiéramos que fueran y esta confusión es nuestra fuente principal de dolor.
Cuando uno se aferra a la idea de que las cosas son estables, en vez de aceptar su condición cambiante, ignora la realidad. Al intentar evitar lo inevitable naturalmente sobreviene la decepción.
Si estamos enamorados de alguien queremos que sea siempre así, y cuando cambia, duele. Al ir a cenar a nuestro restaurante favorito, esperamos que sea excepcional al igual que siempre, y si hay algo distinto, nos frustramos.
Hacemos deporte y dejamos de fumar con la esperanza de mantenernos saludables, y cuando notamos algún síntoma de enfermedad nos sorprendemos y angustiamos.
Todos somos reticentes a los cambios. Aceptando la condición cambiante de las cosas, dejando de aferrarnos a la idea de que van a mantenerse estables, el cambio se puede convertir en un aliado.
Nos permite apreciar lo que tenemos, aprender y por tanto crecer. Ver con claridad la realidad cambiante de las cosas es indispensable para vivir en armonía con ellas y vivir con plenitud.
Aceptar intelectualmente que las cosas cambian es muy sencillo. Basta observar cuidadosamente cualquier fenómeno para validar que constantemente muta y se transforma. Sin embargo, hacer internamente las paces con el hecho de que todo cambia, no es tan fácil.
Reconociendo la condición cambiante de las cosas:
- Nos desprenderemos de miedos.
- Seremos más creativos.
- Veremos nuestros objetivos más alcanzables.
- Seremos más resilientes.
- Y dejaremos de juzgar a las personas mejorando nuestras relaciones interpersonales.